viernes, 17 de octubre de 2008

La bomba


Tín... tín... tín... Sonaba la campanita en medio de la ciudad furiosa. Equilibrio, justo a la mitad de la película. El hombre del kimono y sombrero de paja circulotriangular que apunta al cielo: Akatsuki. Equilibrio de ese hombre que escuchaba sólo la campanita junto con el espectador. Una persona en el tren leyendo, regalando su atención únicamente la voz del incosciente: excelente dicción. El nene sucio pide una moneda. Una persona en su auto hermético, oyendo a Niembro parlotear sobre la renuncia de Basile, equilibrio para dar una propina al que limpia el vidrio.
tin... tin... tin...
Equilibrio el del motoquero, que habla por celular mientras zigzaguea los taxis sobre Corrientes "despúes de las seis me ahogo en birra". La dama de piernas largas, con el culo y la nariz de plástico bien parados, baila con suaves movimientos de nunca el último hit de Madonna. Llena de baba mira tras la vidriera: el nuevo IPhon de Apple. Equilibrio de la mente en la ciudad cuando cae el viernes. El instinto del humano nublado de smog. Tin, tin, tin sonaba la campanita. Es hora de levantarte.

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