Los periodos son cíclicos: comienzan y terminan en el mismo punto formando un círculo continuo invariante…
“En primer lugar Roma era una cuidad eminentemente activa. Al romano no le entusiasmaban en exceso las especulaciones y discusiones teóricas, y cuando hablaba o pronunciaba discursos era para acusar, defender o juzgar a alguien en el senado, para regatear el precio de un producto en el Foro o tramar un productivo negocio, para entusiasmar a las multitudes a que se decidieran a engrosar las filas de su ejercito o para conspirar contra la vida del emperador de turno. Tal actividad no dejaba lugar a la charla intrascendente. Hacía incomprensible, por ejemplo, la postura de un Sócrates dispuesto a detenerse en la calle el tiempo que fuera necesario con cualquiera, por el solo deseo de conversar y de deleitarse en la búsqueda conjunta de la verdad.
Si en el uso de la palabra el romano era eminentemente practico, sus cavilaciones y pensamientos iban por el mismo camino. Su constate actividad le impedía entregarse a prolongadas meditaciones, pero cuando lo hacia era únicamente para dar vueltas a su cerebro sobre la forma de aumentar el patrimonio o para maquinar las intrigas que podrían llevarle hasta aquel cargo publico tantas veces ambicionado.
Actuar, hacer algo, no detenerse nunca, este era el principal objetivo del pueblo romano.”
“Hasta tal punto estaban concurridas las calles, que fue necesario prohibir el transito de carros desde la salida del sol hasta las cuatro de la tarde.”
“Salir solo de noche suponía jugarse el pellejo. Juvenal aconsejaba hacer testamento antes de decidirse a emprender tal hazaña. El peligro procedía, por una parte, de las propias viviendas; de noche se arrojaban desde las ventanas toda clase de inmundicias, cascotes y basuras sin mirar si pasaba o no alguien. En segundo lugar; los gamberros se cebaban contra el trasnochador solitario; lo menos que podían hacerle era mantearle, es decir, colocaban a la pobre victima sobre un manto y la impulsaban cada vez mas arriba hasta que, al fin, retiraban el manto para contemplar como daba con sus huesos contra el suelo.”
Una constante actividad, unida a su espíritu practico, son dos de las principales características del pueblo romano. Para poner de manifiesto la primera nos ha bastando una ligera visión de cualquier calle romana.
De su espíritu práctico dan testimonio las grandes obras que nos ha dejado este pueblo: Carreteras, puentes, termas, circos etc. Así como también la concentración de su pensamiento para la elaboración del derecho y de la moral. Una tercera característica de este pueblo es su adoración a todo lo grande, lo esplendoroso. Poseían el imperio mas grande y poderoso de la época y todo debía hacerse a la mediad del mismo.
"Por esto el pueblo romano prefiere el circo al teatro, ya que aquel obliga menos a pensar. Por el mismo motivo no tiene gran inconveniente en someterse al capricho de sus gobernantes ya que a quien se desinteresa de las ideologías y de los principios no le importa soportar tiranías si a cambio le dan circo y comida. Mientras cada día tenga más, no le importa ser menos; menos libre y menos humano. El progreso de Roma ocasionaría, a corto plazo, la predicción de los romanos."
Hernán y Paula.
Cita: “Gigantes de la Filosofía” de Oriol Fina
1 comentario:
Mirar una cascada, se me ocurre, es una buena metáfora del tiempo.
Uno puede hacer genealogía y pensar en los torrentes que la forman hasta que el agua llega en caída hasta nuestros ojos. O bien, puede pensar en qué será de cada gota atomizada que fluye y sigue de viaje hasta un nuevo cauce.
Eso sí, no hay que perder de vista que la reflexión es presente devenido. Y si miramos parados desde una roca envuelta en musgo la cascada es porque el pasado y el futuro siempre son interpelados desde el presente.
Mirar el tiempo, entonces, -pasado o futuro- es siempre mirar la interpretación espacio-tempotar del presente. Invocarlo: esa inquebrantable señal de vigencia.
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