martes, 15 de junio de 2010

Crónica del octavo encuentro

Desde la proyección de Una Jornada Particular de Scola hasta hoy pasó la fiesta del Bicentenario, Tigre le hizo cinco a River en un tiempo, procesaron a Macri, internaron a Ceratti, arrancó el Mundial, salió TimbóCultural número 4 y Etchenique se tomó todo el vino. ¿Por qué tanto suspenso para una nueva crónica pegadita el siguiente encuentro? ¿por qué los demonios del cine retuvieron este texto? No hay explicación metafísica en este anacronismo señores creyentes de las artes, simplemente que Ernesto Esteban Etchenique se atragantó de felicidad (y con una empanada) en el último encuentro. Lo que generó que se le perdieran las palabras por el paladar. Nada que un fondazo de vino no pudo solucionar. Pero Ernesto se las tragó, el hígado pateó y acá está el resultado.

La Película

El frío. Sí. Pero también el calor que le dieron a la sala las personas que se animaron a salir de sus casas para ver esta obra maestra del director italiano. Otra vez Scola, como aquel primer encuentro. Otra película que se encarna en un hecho histórico no-ficcional a partir de un documental. En esta oportunidad la visita de Hitler a Roma le sirvieron de marco para contar una historia de amor que no se desprende de la situación socio-político italiana.

Interpretada por Marcello Mastroianni y Shopia Loren, se narra el encuentro entre dos personas marginadas: el homosexual que se opone al régimen fascista y la mujer sometida. Desahogo, proyección de temores y sueños venidos a menos. Una película muy sutil y poética que busca reflejar la disconformidad y, a la vez, el autoengaño de sociedad crispada. Desde una relación amor-odio que nace, se desarrolla y muere en ese mismo día, Scola cuenta esa jornada tan particular. “No es el vecino del sexto el que odia a los fascistas, son las fascistas los que odian al vecino del sexto”, argumenta Gabrielle, que antes de marchar le regala a Antonietta un libro y una lección:

Todas para uno y uno para todos

El Debate: “Yo ví a los aviones pasar desde mi ventana”

Los más importante del debate, para quienes organizamos este encuentro, fue la presencia de dos testigos de los inicios de la Segunda Guerra: la primera oriunda de Nápoli, que de muy pequeña migró a Argentina y sus recuerdos flotaron sobre imágenes acústicas de los relatos de sus padres. Y la segunda, de lujo, La Nona (abuela y madre de la familia que le presta los parlantes a Etchenique). Entonces, sin titubear, la Nona se le animó a la multigeneración de disertantes para contar cómo vivió aquellos años.

Una jornada particular de cine debate, que propuso una introspección sobre nuestras raíces, a vivir en la piel de aquellos que con sufrimiento abandonaron su patria.

El que no vino se lo perdió, el que no vino se perdió el vino. Etchenique fue y se tomó todo el vino oh oh oh. Pero hay revancha compañeros. Los esperamos el domingo 20 de junio para ver una película colombiana.

¡A campear moviolas!

Colectivo Ernesto Esteban Etchenique

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